El Suicidio
El suicidio

El Suicidio

En tiempos de pandemia parece tabú hablar de otras realidades, es cierto que desde que comenzó la amenaza vírica allá por finales de 2019 y hasta la fecha, han fallecido más de 5 millones de personas a causa de esta circunstancia, no menos ciertos es que cada año se suicidan en el mundo unas 700.000 personas.

Este aparente ínfimo 0,01% de la población mundial encierra tras de sí multitud de historias de sufrimiento y merece un acercamiento por parte de todos a conocer sus determinantes e intentar obrar para prevenirlo.

Prevención del Suicidio

Hace más de dos meses, el día 10 de septiembre, fue el llamado Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Y esto precisamente es lo que hay que fomentar, la prevención y no la ocultación o el amarillismo en torno a esta temática.

El suicidio supone una de las circunstancias a las que cabe asignar el calificativo de epidemia silente.

En España, en la última década, siempre se ha superado la barrera de las 3500 personas anuales que se provocaban esta “muerte de manera intencionada”.

Sin ir más lejos, en el año 2020 y desde que se contabilizan los suicidios (allá por el año 1906) las cifras han ido aumentando progresivamente hasta acercarse, peligrosamente, en el último año, a unas cuatro mil tristes realidades.

Esto supone la friolera del promedio de un suicidio cada dos horas y media.

Estudios sobre el suicidio

Tirando de historia, cuando hablamos de suicido es inevitable recurrir a la figurar de Émile Durkheim, sociólogo que escribió la obra homónima al fenómeno que nos ocupa. En su ensayo, encontró numerosos factores que influyen o no en la tasa de suicidios, tales como:

  • Causas sociales (hablaba de la religión, matrimonio o situaciones de guerra)
  • Extrasociales (herencia genética, género –más habitual en varones- o condiciones climatológicas).

Aunque se suele asociar el suicidio a un trastorno mental, lo cierto es que resulta más interesante no estigmatizar y sí centrarse en el sufrimiento de las personas que solo ven este camino como salida a sus problemas.

El suicidio o el intento del mismo pueden suponer una forma de alivio para quien lo considera y surge en respuesta a la vergüenza, culpa, sentirse víctima o estar preso de aparente o verdadera soledad.

De hecho, es más habitual encontrarse con intentos de suicidio que con el hecho consumado y, en esas tentativas, habitualmente se realizan conductas que facilitan el auxilio y la posibilidad de rescate, algo que tiende a equivaler a realizar una llamada de auxilio.

Exposición en los medios de comunicación

Existe cierta controversia en si hay o no que hablar del suicidio y/o su exposición en los medios de comunicación por el temor a un efecto “contagio”.

En este sentido, se han llegado incluso a acuñar expresiones/términos como el del Club de los 27, aludiendo a cantantes que se suicidaron con esta edad; (Kurt Cobain, Amy Winehouse, Jim Morrison, Brian Jones, Jimi Hendrix o Janis Joplin).

Cierto es que se ha documentado la existencia del llamado efecto Werther o Copycat, consistente en el fenómeno mediante el cual la observación o conocimiento del suicidio de una persona puede conducir a otra a intentar imitar dicha muerte.

No siendo el objeto de este artículo este efecto, sino más bien lo contrario, resulta imprescindible comentar el término antitético y que no es otro que el llamado efecto Papágeno.

Efecto Papágeno

Consistente en como el tratamiento de la información referente a un suicidio consumado puede convertirse en un factor de prevención. Así, es deseable que la información no se centre tanto en el hecho del suicidio, sino en la existencia de múltiples alternativas al mismo.

Resulta extremadamente importante que los medios hablen de personas que han salido adelante, de las diferentes alternativas que existen frente a este fatal desenlace y, en definitiva, de generar un conjunto de alternativas que eviten que otras personas de riesgo puedan elegir este camino.

Sin embargo, muchas veces nos encontramos con el interés en descubrir los pormenores de la conducta en aras de una innecesaria “justificación” del porqué del hecho y no bajo la conveniente perspectiva de ofrecer alternativas y posibilidades que minimicen el riesgo futuro.

Conclusión

El propio Napoleón dijo que abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado y permitidme discrepar de este insigne estratega al que este tipo de pensamiento posiblemente le llevara a errores garrafales en el campo de batalla.

La batalla contra el suicido está en la provisión de medios para su prevención y, precisamente, hay que dotar a las personas con sufrimiento de estrategias para el alivio del mismo. Esta es la única forma de ganar la batalla.

 

 

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