00Cierto es que en la salud mental hay una tendencia al etiquetado, quizá excesiva, pero no menos veraz es que los diagnósticos nos orientan y ayudan.
Dicho esto, en los dibujos animados de todas las épocas no es infrecuente encontrar conductas e, incluso a veces, signos y síntomas de afecciones mentales.
Hagamos un repaso desenfadado a diferentes personajes animados y sus posibles diagnósticos.
Introducción
Hace años ya hicimos un acercamiento a diferentes personajes por lo que, si alguno se repite, vaya la disculpa por delante. Intentaremos ser novedosos y, sobre todo, tirar de “picardía” y de sentido del humor; anteponiendo que, evidentemente, un diagnóstico es algo más serio que quedarse con una expresión conductual y ser aplicado a la misma.
Aclarado esto, vayamos al repaso de dibujos de diferentes épocas, pero intentando ver cuántos personajes conocéis y/o diagnósticos podéis aplicar.
Personajes
Obélix, Alicia en el País de las Maravillas, Bella (Bella y Bestia), Johnny Bravo, la bella durmiente, pájaro loco, He-Man, Tweek Tweak (South Park), demonio de Tasmania, pato Lucas, Homer Simpson, Bugs, Bunny, Dora la Exploradora, Thor, Iron Man, Capitán América, Barón de Münchausen y un largo etcétera.
Cuidado, que simplemente con coger un ancestro de algunos/as como es Popeye y otros ilustres personajes de esa historia (como Olivia o Brutus), nos encontramos desde vigorexias a posibles anorexias nerviosas y trastornos de atracones.
Vamos, un compendio de trastornos de la conducta alimentaria que el bueno de Cocoliso parecería no corresponder.
Diagnósticos
Trastorno por atracón, esquizofrenia paranoide, síndrome de Estocolmo, vigorexia, hipersomnia, sonambulismo, trastorno de identidad disociativo, tricotilomanía, ciclotimia, trastorno de déficit de atención por hiperactividad, trastorno explosivo intermitente, fetichismo travestista, estado de fuga, alcoholismo, narcisismo, trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad y trastorno facticio.
Quien sabe si nos hemos saltado alguna etiqueta o no están puestas correctamente. Tampoco importa, dado el objetivo de entretener y dar que pensar.
En todo caso, no digáis que no hay cierto intríngulis en lo señalado.
Influencia
Una cosa sí hemos de decir, y es que los dibujos animados influyen en los/as niños/as. En principio, bien gestionados, pueden ser beneficiosos.
Cabe reseñar que con menos de dos años no habría de verse la televisión, que a los tres años prácticamente no se generan recuerdos pero que, a partir de los cuatro, sí se recuerdan los sucesos y, las intenciones de los personajes pueden pasar a formar parte de nuestra historia vital y nos enriquecen de forma progresiva.
Por otro lado, los consabidos debates relativos a si hay violencia o conductas inapropiadas tendrían más que ver, salvando aquello que esté fuera de lo convencional, con las explicaciones que den los adultos y/o la contextualización de lo que sucede en las animaciones.
Sea como fuere, no habría que exponer a más de 20 minutos diarios (salvando las pelis de algunos/as personajes de los/as mencionados/as -sin llevarme comisión procedente de Orlando-).
Aún así, os ruego no veáis lo que no hay en los dibujos animados.
En este sentido, uno decía, yo no estoy loco, mi realidad es diferente a la tuya.
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