Serendipia
serendipia

Este término tan manido en nuestro día a día implica pensar en lo azaroso o la casualidad. Hablemos de los descubrimientos fortuitos o de las situaciones que nos hacen progresar sin que sepamos qué hacen en nuestro camino. Describamos la serendipia.

De qué hablamos

Una palabra tan (para mí) bonita como la serendipia y, perdonadme, tantas veces vista en la mente/cuerpo de muchas personas; significa algo tan hermoso como curioso, suponiendo un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.

Para las personas con un habla afectada, dicho de otra forma, menos pomposa, distante o excesivamente culta, hablaríamos de los descubrimientos casuales, de chiripa, potra, carambola, fortuna o, simplemente, suerte.

Por cierto, el término surgió a raíz de un antiguo cuento persa llamado “Los tres príncipes de Serendip”, que localizaba su acción en la actual Sri Lanka.

No obstante, he tenido que tirar de “chuleta” para ver que quien popularizó el término fue un escritor inglés apellidado Walpole, vinculando el término a hallazgos fortuitos en la ciencia.

Algunas serendipias históricas

Cuando “bicheas” en la red, encuentras ejemplos de serendipias históricas y, cierto es que, tirando del significado Walpoliano, por serendipia se descubrieron la penicilina, la gravedad e incluso cosas menos prosaicas como el efecto alternativo del sildenafilo (viagra ®) para los/as amigos/as. Rayos X, aspirina o sacarina son otros ejemplos.

En realidad, hasta la coca cola puede suponerse como ejemplo de serendipia.

Pero cuidado, que la serendipia llega hasta el amor y, en este caso, se relacionaría con encontrar la pareja indicada en el momento que menos lo esperas y sin buscarlo. Vamos de película de siesta. Para las personas más románticas hablamos de una sensación profunda de identificación y/o conexión al encontrarnos con alguien concreto.

No obstante, cuidado, que hay cierta tendencia a creer en serendipias que terminan siendo más bien encuentros de diversas índoles y momentos temporales abreviados (ahí lo dejo). Aún así, ¡que me quiten lo bailao! dirán quienes envían un e-mail a una persona equivocada, encuentran a alguien en un evento o se pierden en una ciudad y en esos envites llega el amor.

Realidad o ficción

Para debatir acerca de la existencia o no de las serendipias, no está de más pensar en el concepto de sincronicidad, que implica la existencia de varios sucesos de contenido similar, que tienen relación entre sí y que ocurren sin que se pueda demostrar una relación causa-efecto.

Poniéndonos un poco doctos, el concepto de sincronicidad proviene de la mecánica cuántica junto con la teoría de la serialidad y un poco de filosofía china, que nunca viene mal.

Traduciendo el término al castellano, alude a que el significado compartido entre dos sucesos de baja probabilidad pudo tener algo que ver con el motivo por el que ocurrieron y/o, aún más claro para mí interpretación, que lo de la casualidad es relativo y que, en cierto modo, una serendipia tiene mucho que ver con la búsqueda, más o menos consciente de un hallazgo, situación/evento o lo que se os ocurra.

La pregunta sería pues… ¿azar, serendipia, casualidad, sincronicidad, predeterminación? No hay una intencionalidad filosófica pero aquí entrarían en juego variables como el sesgo de confirmación, que implica interpretar cualquier evidencia como confirmación de nuestras propias creencias.

En los ejemplos previos de serendipias amorosas sería muy aplicable esta última afirmación y, en cierto modo, también en alguno de los previos. En todo caso, que nadie me tache de enemigo del romanticismo y/o del amor a primera vista.

Concluyendo

Vale que sí, que Colón llegó a América cuando iba a la India y que tengo que comprar una sartén nueva de teflón porque ya me he cargado rascando el plástico de la que más usaba.

Diréis, qué le pasa a éste para hablar ahora de sartenes. Pues que hasta el teflón se descubrió “accidentalmente” cuando un científico (Plunkett) buscaba nuevos métodos de refrigeración y se encontró con este tipo de plástico al que se denominó politetrafluoretileno.

Bonita metáfora ésta, antes de ponerme a hacer una tortilla de patatas; por cierto, dicen que inventada en Extremadura (la tierra de mis orígenes) en 1798. El invento fue en un contexto bélico y era para nutrir de forma rápida a las tropas y aquí, aunque creáis que nos hayamos ido de la temática, está la cuestión…. ¿Serendipia?, ¿casualidad?, ¿necesidad?…

Terminando y poniéndonos algo tiernos, quizá la serendipia es el arte de encontrar algo maravilloso en lo inesperado (la frase no es mía), pero creo más en que la serendipia nos invita a ser curiosos y a explorar nuevas posibilidades que justifican su existencia.

 

 

 

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