Experiencia de María Sánchez Alfonso convocatoria PIR 2020
Experiencia de Maria Sanchez Alfonso convocatoria PIR 2020

María Sánchez Alfonso convocatoria PIR 2020

 

Puesto:  3

Expediente: 7,22

Aciertos: 145

Fallos: 26

En Blanco: 2

 

 “Nana korobi ya oki” 

 

Después de tanto tiempo esperándolo, aquí me encuentro intentando encontrar las palabras certeras que os ayuden.

 

Mi experiencia

 

Primera convocatoria (2016)

Me presento en enero después de acabar la carrera en septiembre. Iba a ver cómo era el formato de examen y a vivir la experiencia, sabiendo que no iba a ser posible. Quedo la 1500 y pico.

Segunda convocatoria (2017)

Me apunto a otra academia presencialmente. Me dedico en cuerpo y alma al PIR y me presento siendo consciente de que dentro de esta oposición hay personas con un nivelazo muy muy serio de estudio.

Quedo la número 745, pero no me desanimo, puesto que sabía que lo normal no es sacárselo en un año.

Tercera convocatoria (2018)

Esta convocatoria para mí fue un punto de inflexión. Quedo la 615 tras un año intensísimo de estudio (otra vez).

Dediqué el año entero a estudiar, me apunté al curso online de Cede e hice todos sus simulacros, pero el examen fue muy distinto al anterior y sólo bajé 100 puestos. Con el tiempo te das cuenta de que esto no es algo poco común en el PIR, incluso puedes retroceder en el número de orden y tampoco pasa nada, aunque frustre.

Esta convocatoria supuso un cambio bastante grande con respecto a la de 2017, y a toro pasado pienso que no hice hincapié en la gestión emocional del examen.

Estuve muy cerca de salirme del aula porque literalmente lo hice con los síntomas de un ataque de pánico. Me sudaban las manos y me iba la cabeza a mil. Fui al examen con mucha presión y fue realmente difícil.

Punto de inflexión

Esta MALA experiencia que viví haciendo la convocatoria de 2018 creo que es el momento de inflexión donde yo empiezo a pensar que las cosas tienen que hacerse de otra manera. Empiezo a darle más importancia a mi parte emocional en la preparación del examen. NUNCA desestiméis esta parte como yo lo hice.

Tras esta experiencia, ese año decido desvincularme un poco del PIR, porque no podía más. Mi autoestima se vió muy mermada. Yo que siempre había sido buena estudiante…Fui muy dura conmigo misma y con el tiempo me he dado cuenta de que en esto del PIR, ser buen estudiante es una pieza importante del puzzle pero no la única, ni mucho menos.

Cambio de estudios

Tras esta convocatoria, me apunté a un curso (que nada tenía que ver con el PIR) el cual duró tres meses desde febrero (pleno post-pir) hasta finales de mayo.

Este curso me mantuvo activa mentalmente y sobre todo socialmente. Conocí a gente fuera del mundo PIR y esto me vino muy bien puesto que tras el examen entré en un estado apático-depresivo raruno y perdí por completo las ganas de relacionarme con los demás, además yo era muy consciente de ello y me preocupaba.

Contacto directo con salud mental

Después de hacer este curso, me cogieron para trabajar de monitora en un centro de mi ciudad de personas con TMG. El contacto real con la salud mental en mi localidad, con los usuarios y sus necesidades despertó en mi lo que aquella experiencia fatídica de examen había apagado. Veía muchas cosas que había estudiado en el PIR, y me di cuenta de cuanto me quedaba por aprender.

Volver al PIR

Poco a poco fui recuperando las ganas de volver a estudiar, pero el horario del trabajo no me dejaba apenas tiempo para ello. Con el fin de no olvidar los datos que ya sabía y no tener un año de parón entero del PIR, me apunté a un curso presencial de Cede en Salamanca para conocer a más gente que también opositara.

Esto fue fundamental para que yo recuperara mi motivación para el estudio, puesto que conocí a personas que llevaban unos años en este camino como yo. Antes de cada clase, compartíamos café, experiencias, preocupaciones, incluso coche de ida y vuelta a mi ciudad.

No niego que combinar ambas cosas fue complicado, aunque el trabajo y la academia presencial me devolvieron la motivación, me faltaban HORAS en el día para estudiar. Yo sabía que había compañer@s que estaban estudiando 7-8-9 horas al día y yo no podía hacerlo, era materialmente imposible.

Repasé lo que pude en enero sabiendo y sobre todo ACEPTANDO que un atracón en 3 semanas no podría suplir el trabajo de muchos meses.

Cuarta convocatoria (2019)

Así llego mi cuarta convocatoria (2019), a la cual me sin presión, sin expectativas, hice el examen muy tranquila. Quedé la 520.   Este año volví a no sacar plaza, pero no me desanimé porque había hecho algo muy importante:

DARME tiempo para resolver ese estado en el que había entrado, para poder volver a coger los libros con motivación y no por inercia. Tuve 41 fallos y 0 en blanco y lo único que pensaba es que 8 fallos “ridículos” me separaban de la plaza.

Y digo ridículos porque los fallos no eran de preguntas de fuera de temario. Mis fallos fueron fallos tontos. Pero no me machaqué. Pensé que, si apostaba un año más, con otra metodología, esos fallos tontos podría reducirlos.

Quinta convocatoria (2020)

Amplié tratamientos, psicopatología y evaluación psicológica mediante manuales de autor. Este año ya fui a saco. Estaba motivada para hincar codos y ya está, las GANAS estaban ahí otra vez.

No os voy a negar que a veces me llegaban a la cabeza esos pensamientos de:

  • “Madre mía, que progreso más lento llevo”
  • “No has quedado en los 300 primeros todavía, ¿Qué te pasa, María?”.

A veces también pensaba que yo no tenía ese “algo especial” para sacar plaza. Yo que sé, movidas que se te pasan por la cabeza porque ya estás desesperado y justificas tu malestar con cualquier baratija de pensamiento que te viene a la cabeza.

Confinamiento

He de reconocer que la situación de confinamiento en ocasiones actuó como calvo de cultivo para acentuar la obsesión por el estudio, pero sobre todo recuerdo con mucha angustia la incertidumbre que sentía por no saber la fecha del examen PIR.

También debo decir que el confinamiento me ayudó a centrarme en el estudio, a pasar muchas horas leyendo, resumiendo manuales de mi puño y letra, etc. Así que también tuvo su parte buena, como todo lo malo.

Fecha de examen

Recuerdo el viernes que salió la fecha esperada, me puse como una moto. Me fui a entrenar a las cuatro y al volver estuve viendo las clases de tratamientos de Cede hasta la noche.

Ya tenía fecha mi objetivo, ya era más tangible y ahora había más motivación aun para ello.

 

Por fin mi último examen

 

En marzo llegó la quinta convocatoria (2020), y bajé 500 puestos consiguiendo la plaza número 3, al fin.

 

Conclusiones

 

En mi opinión, algunas cosas que este año he cambiado y que me han ayudado a sacar la plaza han sido:

  • No me he quitado ni un día de descanso, cosa que sí hice las primeras convocatorias. Hasta julio descansaba sábados y domingos, eso sí cumpliendo mis ocho horas a diario. A partir de agosto, sólo descansaba los sábados. Los domingos madrugaba para estudiar y por las tardes hacía simulacro. En navidades, yo ya llevaba estudiando desde marzo con lo cual mi academia estipulaba en su planning 2 semanas de vacaciones. Yo me cogí 1 semana entera de vacaciones en lugar de 2 en navidad, durante la cual disfruté en familia, hice deporte, leí, hice la croqueta en el sofá y fui capaz de no sentirme culpable por ello.
  • En esta línea del descanso, también es importante el descanso activo a través del ejercicio, porque lo normal al llevar 6 horas estudiando en una silla es acumular tensión. Yo en mi caso hago karate, y me ayudaba mucho a desconectar del estudio. Lo que aprendía en clase de karate lo llevaba al estudio del PIR, y el estudio del PIR también al entrenamiento de karate.
  • He sido MUY metódica con los simulacros. He hecho uno todos los fines de semana del año, excepto un fin de semana que me fui de vacaciones a Santiago con mi pareja. Además, los he hecho de todas las academias, para no acostumbrarme a una sola forma de preguntar. También hice los abiertos para someterme a esa presión “extra” de verse en una lista comparándote con tus compañer@s. Me enfrentaba a los simulacros con sensación de RETO, no con miedo. Además, me los tomaba muy en serio y nunca dedicaba más de 4 horas. Si no me daba tiempo, dejaba las que fueran en blanco para acostumbrarme a pensar con rapidez. Los errores en los simulacros son el mejor maestro.
  • Fuera distracciones: durante mis horas de estudio y especialmente los últimos meses, guardaba el móvil en la mochila o alejado en otra habitación.
  • Mente de principiante: algunos errores que tuve en la convocatoria de 2019 fueron por un exceso de confianza a la hora de estudiar. Yo aconsejo buscar un equilibrio en el estudio en ese sentido. No obsesionarse, ni tampoco banalizar ciertos contenidos porque ya “llevamos muchos años y nos lo sabemos muy bien”. Además, adoptar esta perspectiva ayuda a aumentar la motivación cuando el contenido ya lo has estudiado 3.000 veces.
  • Estudiar redactando preguntas. Para mí, la clave junto a hacer simulacros. Obliga a ponerse en la mente de quien redacta una pregunta y obliga también a conocer mejor las opciones de respuesta y a utilizar la técnica de descarte.
  • Asumir que no todos los días podemos estudiar al mismo nivel. Parece básico, pero es importantísimo. Yo no estudiaba igual un lunes o un martes que un viernes, con lo cual intentaba adaptar la dificultad del estudio al día de la semana. Los lunes, martes y miércoles estudiaba los temas más “potentes” para ir aflojando a final de semana.
  • Repasos cortos. Sobre todo, en la recta final, estudiaba con un cronómetro. Tenía tantos temas que repasar en tan poco tiempo que era muy fácil que me perdiera en los detalles, por eso planificaba 15-20 minutos para repasar cada tema. Genera cierta “presión” buena a la hora de repasar (al menos a mí) y me daba sensación de control.
  • Planificar con antelación: gracias a que planificaba mi estudio con 2 meses de antelación mediante un planning, fui capaz de dar 3 vueltas a todo el temario más una cuarta la última semana del examen sólo de psicopatología y tratamientos (obviamente en esta última vuelta excluí las asignaturas periféricas). La semana antes del examen no estudié ningún día más de 9 horas y dormí todo lo que necesitaba dormir. El día antes del examen tampoco estudié, de hecho, nunca lo he hecho.
  • Hacer piña con otr@s compañer@s. Esto es un camino muy muy duro y merece la pena rodearse de buenos compañeros de viaje. Yo hice buena amistad con un par de alumnos del curso de tratamientos online y también del grupo de PREGUNTAS PIR, con los que estoy segura de que he forjado buena amistad. Entrar en dinámicas competitivas SANAS de este tipo puede ser beneficioso, al menos a mí me sirvió para ponerme las pilas. También creo que nos aporta HUMILDAD, porque vemos el nivel de otr@s compañer@s que llevan más tiempo en el camino.

Ultimo consejo.

Mi último consejo sobre todo es que no intentes copiar el método de nadie, no te obceques en ello. Yo describo las cosas que cambié en mi método de estudio porque la experiencia me hizo aprender. Tú debes aprender de lo que te dicte la tuya.

Experimenta con distintos métodos, ponte a prueba con los simulacros SIN MIEDO y si tu método te funciona, replícalo el día del examen, no lo cambies.

El día del examen ve a hacer el examen con todo lo que eso implica, como un reto, no a “quitártelo de en medio cuanto antes”. Hay gente que llega al examen diciendo que quiere que pase lo más rápido posible y yo digo:

El examen es una situación en la que hay que ESTAR, física y mentalmente.

Te mereces ir y vivirlo como un reto, por lo valiente que has sido al iniciar este camino.

 

 

 

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