La asertividad
Imagina que eres alguien que puede comunicar pensamientos, emociones, sentimientos y necesidades sin que ninguna persona se sienta herida ni se ofenda.
Si eres alguien con esta habilidad, probablemente seas una persona asertiva.
Adentrémonos en este constructo tan presente en nuestro vocabulario pero quizá no tan patente en las actuaciones de la mayoría.
Introducción
La asertividad es un constructo inmerso en el ámbito de las habilidades sociales, constituyendo una parte de las mismas y relacionándose con las actitudes, es decir, conductas y pensamientos que facilitan defender nuestros propios derechos o los de otros sin ofender o ser ofendidos.
Por tanto, asertividad y habilidades sociales son conceptos que pueden estar presentes en el conjunto de las relaciones que mantenemos con los demás.
¿Qué es la asertividad?
Según la Real Academia de la Lengua Española la asertividad se define como expresar la opinión de manera firme.
Sin embargo, esta definición puede quedar algo coja en el campo de la psicología, ya que, más que firmeza, hablaríamos de respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos. Es por esto que se considera que existe una estrecha relación entre asertividad y empatía.
Al fin y al cabo, la asertividad sería una especie de mezcla entre lo que yo quiero y lo que quieren los demás, en la que la persona asertiva, gracias a su empatía, sabría transmitir sus intenciones haciendo que su mensaje calase en los de alrededor sin generar emociones negativas vinculadas al miedo o agresividad.
Aquellas personas que quieran ser asertivas han de alejarse de tener miedo a expresar sus creencias, derechos u opiniones; pero, eso sí, no han de intentar imponer sus ideas o defenderlas por encima de las de los demás con rabia o conductas agresivas.
Consejos para tener una actitud asertiva
Para mostrar asertividad, hay diferentes técnicas psicológicas que complementan a las actitudes propias de quienes poseen esta cualidad.
Cabe destacar la autorevelación, que consiste en exponer nuestros pensamientos y sentimientos de forma franca y sincera como forma de acercarnos al prójimo.
Si a esto le añadimos objetividad en la descripción de un fenómeno y no damos nada por sentado, sino que nos interesamos por la opinión del otro, estaremos avanzando hacia una comunicación asertiva.
Tampoco es baladí seguir los patrones del llamado banco de niebla, que implica aceptar las opiniones ajenas o, aún más sencillo, no entrar en confrontaciones.
Para los asertivos más tozudos, estaría la técnica del disco rayado, a saber, repetir constantemente un argumento de forma calmada.
Toda vez que la asertividad forma parte de nuestro estilo comunicativo en el día a día implicaría, como os podéis imaginar, múltiples beneficios.
Seguro que viene a la cabeza la asertividad en el trabajo o en la pareja como algo fundamental para evitar situaciones incómodas en ambos ámbitos.
Conclusión
La persona asertiva sabe interrumpir a los demás, no tiene miedo a mostrar sus emociones, ejerce libremente su derecho a decir que no, sabe negarse ante aquello que no quiere o puede realizar y derrocha empatía.
Al igual que es recomendable rodearse de personas resilientes, también lo es el tener cerca personas con asertividad.
No obstante, tanto monta, monta tanto, ya que cuesta creer que quienes expresen alguna de las dos características no se caractericen por la otra.
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