Nunca está demás contar, aunque sea someramente, experiencias para que, desde la distancia de quien ha pasado por la preparación de la oposición, quede plasmado el proceso y los resultados.
Os invitamos a visualizar vuestro presente y, quién sabe, un futuro paralelo al expuesto.
Introducción
Érase una vez, un joven estudiante de psicología que, allá por quinto de su licenciatura andaba apurando las posibilidades de acrecentar décimas en su expediente.
Ese verano zascandileaba en su cementoso curro veraniego debatiéndose entre varias posibilidades académicas y/o laborales.
Finalmente, no desechó ninguna y, sin saberlo, una de esas opciones le llevó a una profesión en la que puede ayudar a mucha gente.
Aquel verano del primer año de un nuevo siglo, tomó una decisión que supondría un antes y un después en todas las esferas de su vida y que, en la actualidad, supone una fuente de ayuda para muchas personas.
La carrera
Es difícil olvidar múltiples pasajes de una carrera en la que el paso de los años iba forjando un interés clínico e investigador, a la par que una confianza ciega en la capacidad para realizar evaluaciones psicológicas profundas de los seres humanos, algo que generaba interés por ampliar conocimientos en el campo de la psicología forense. Leer cualquier fuente de conocimiento era y es una motivación diaria.
Aquella ilusión por adquirir conocimientos aún rebosa y permite seguir teniendo ilusión por generar nuevas fuentes de conocimiento y proyectos que, como se ha dicho previamente, ayudan a los demás.
La preparación
Cada historiador tiene su historia y, como siempre digo, poco importan los hechos concretos relativos a horas dedicadas, situaciones x, etc.; ya que lo que hay que tener claro es el objetivo final y sentirse a gusto con uno/a mismo/a al finalizar la preparación.
El conjunto de conocimientos que encierran los manuales de preparación o, en general, cualquier texto de estudio, son una fuente de recursos que, incluso en las materias aparentemente inutilizables en el futuro, posibilitan tener una matriz de conocimientos que tarde o temprano tienen alguna aplicación.
El examen
Como olvidar ese edificio de la Facultar de Derecho en el Campus de Getafe de la Universidad Carlos III o esas aglomeraciones de personas esperando impacientemente poder acceder a la realización del ansiado examen.
Por aquel entonces, cinco horas y doscientas cincuenta (más diez) preguntas daban para pasar por diferentes estados emocionales a lo largo de su realización pero, al final de todo, estaba la posibilidad de acceder a una formación intensa que, sin duda, valió la pena.
La profesión
La formación obtenida durante la residencia, más otros complementos de formación e investigación han servido para poder:
- Desarrollar modelos de intervención que posibilitan intervenciones más eficaces en trastorno mental grave
- Adquirir conocimientos para poder realizar proyectos de funcionamiento de dispositivos así como de gestión de recursos humanos y materiales
- Poder tutorizar a otros futuros psicólogos clínicos y un sinfín de situaciones que, más que un trabajo, son una especie de hobby remunerado.
Igual que todos los cuentos comienzan con un érase una vez, espero que la historia de la psicología clínica siga fortaleciéndose con el paso de los años y, sobre todo, a partir de la consolidación de este formato de especialización.
Esperamos y deseamos que lleguéis a ser profesionales de la psicología clínica.
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