Putin y el Síndrome de Hubris
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Síndrome de Hubris

En prácticamente tres semanas, Ucrania, país que apenas está a unas cuatro horas de avión del nuestro, es objeto de una invasión por parte de Rusia, nación vecina.. Todo es a partir de las órdenes de un mandatorio del que se están haciendo todo tipo de análisis y planteamientos.

Conozcamos que pueden decirnos la psicología clínica y forense, así como la sociología acerca de Vladímir Putin.

Características del Síndrome de Hubris

Pensemos en alguien que cree saberlo todo, orgulloso, soberbio y que exhibe comportamientos desmesurados henchidos de prepotencia y arrogancia.

El término griego hybris designa estas características que retratan a quienes tienen una confianza en sí mismos extremadamente exagerada, algo que se exacerba si ostentan algún tipo de poder.  Se alude a un término que surge en el teatro de la antigua Grecia y que se refiere a aquellos que robaban escenas.

En realidad, sería una afección de la personalidad íntimamente entrelazada con los rasgos narcisistas, que deriva en la creencia de estos individuos acerca de que su pensamiento es el correcto y el de los demás erróneo, amén de estar viendo enemigos en quienes critican sus ideas y/o exhibir un poder déspota.

Vida y “obras” de Vladímir Putin

Permitidme una fina ironía en el epígrafe para señalar determinados acontecimientos vitales de la vida del actual presidente ruso que nos pueden ayudar a entender (que no compartir) el comportamiento y/o las decisiones de este mandatario.

Hablamos de una persona nacida en 1952, es decir, 7 años después del fin de la, hasta ahora, guerra mundial más devastadora provocada y/o surgida a partir de las andanzas de otro sátrapa alemán, cuya biografía guarda indudables paralelismos con la del dirigente que nos ocupa (pero esa es otra historia y ha de ser contada en otro momento).

Putin crece en la Unión Soviética y, por tanto, toda su infancia está marcada por la llamada Guerra Fría. Su padre fue un oficial de la Marina Soviética condecorado en la defensa de Leningrado (actual San Petersburgo) y su madre operaria en una fábrica. Creció en un apartamento compartido con tres familias. Pese a esto, logró cursar y licenciarse en derecho.

Su acceso al poder estuvo determinado por su adhesión a la KGB (servicio de inteligencia soviético en el año 1975). Llegó a ejercer 16 años como espía y siempre fue descrito como alguien que “controlaba voluntades”, tanto en el ámbito del espionaje, como en su posterior trabajo en el ámbito docente (desde 1990 fue nombrado rector adjunto en la Universidad de Leningrado). En 1998 fue nombrado jefe de la FSB (nueva denominación de la KGB).

Como llega a la política

En términos políticos, tras la caída de la antigua Unión Soviética, llegó al Kremlin en 1996, siendo apadrinado por los que hoy llamamos “oligarcas”. En 1999 fue nombrado primer ministro con un conflicto abierto en la, entonces, federación rusa, la cruenta guerra de Chechenia. A partir de ahí, de forma más o menos directa, siempre ha ostentado el poder en Rusia, llegando a cambiar la constitución para poder seguir manteniéndose ad aeternum en el poder.

Hoy por hoy somos testigos de bombardeos atroces en Ucrania, pero a Putin se le atribuyen un buen número de acciones (con implicación más o menos directa) terribles:

  • El bombardeo de Grozni (arrasando la capital de Chechenia),
  • Las guerras de Crimea (arrebatando esta península a Ucrania) y Georgia (país arrasado en apenas unos días),
  • Su participación apoyando la presidencia siria de Bashar Al Asad, los asesinatos selectivos de opositores (políticos y/o periodistas),
  • El encarcelamiento de su máximo rival político, envenenamientos con elementos radiactivos (o no);
  • La proyección de una figura de deportista de buen nivel (cinturón negro de judo),
  • Destreza en el manejo de armas, paseos ecuestres con torso ventilado

Y un sinfín más de desmanes nauseabundamente narcisistas que, evidentemente, no hacen sino correlacionar con lo cruento de las consecuencias de sus órdenes en la actualidad.

Perfil de personalidad

En los medios proliferan/amos los profesionales que ofrecen/emos una interpretación del horror generado por esta persona. Siempre surge la idea de intentar encontrar una “locura” que nos ayude a entender tan horrendas acciones.

Superada esa inocente creencia, el adjetivo (descriptor de la personalidad), más socorrido, es el de la psicopatía. Y cierto es que no hace falta ser un “lumbreras” del estudio de la mente, para intuir la falta de empatía, egocentrismo, manipulación, sentimiento de superioridad, etc.; características típicas de una personalidad psicopática que adornan al susodicho.

Sociológicamente, me viene a la mente la figura de T. W. Adorno y su descripción de la personalidad autoritaria, medida a través de la escala F (de fascismo). A través del estudio con nazis llegó a la conclusión de la existencia en los mismos de una serie de características como:

  • La hostilidad hacia los que consideran de un estatus inferior (buscad como humilló en público a su jefe de inteligencia hace unos días)
  • Rigidez en sus opiniones y creencias (sostenimiento de acusaciones infundadas hacia opositores)
  • Convencionalismo (postura radical machista o contra cualquier avance en los derechos del colectivo LGTBIQ+ -no creo haya llegado a plantearse ni la Q ni el +-)
  • Categorización etnocentrista (nosotros -superiores- frente a ellos -inferiores a dominar-)
  • Presencia autoritaria y conductas de agresión autoritaria (ya ejemplificadas),
  • Poder y dureza (preocupado por la sumisión y dominación de los otros, sin que existan elementos en su contra)
  • Proyectividad, a saber, percibir el mundo como peligroso, proyectando en los demás impulsos inconscientes (acusar de nazis a los ucranianos o de genocidas y, sin embargo, ejercer acciones, cuanto menos, cercanas a esos calificativos).
  • El autoritario buscará la dominación mediante la inyección de miedo a su alrededor.

Cerrando este círculo descriptivo y, a modo de resumen, desde el punto de vista psicológico se hipotetizaría una personalidad psicopática con indudables rasgos narcisistas que, desde una óptica sociológica, obedecería a comportamientos caracterizados por el autoritarismo y el comentado Síndrome de Hubris.

Qué se puede hacer

Si tuviera la solución, creedme que haría lo que fuera porque se llevase a cabo. Lo que sí está claro es que es difícil “combatir” con un “Hubris”. Su postura narcisista en búsqueda de la gloria, su preocupación desmedida por su imagen, su identificación superlativa con su nación, su tendencia a la autoglorificación, su impulsividad (miedo me da lo que todavía puede llegar a hacer), su inercia hacia el aislamiento progresivo y pérdida de contacto con la realidad, su autoconvencimiento y justificación de sus acciones, su predisposición a la omnipotencia, su desprecio por los demás y un largo etcétera de características de la personalidad; no hacen plantear una fácil solución y sí más bien, alternativas que nadie querríamos ni imaginar hace unas semanas.

Pese a todo, y tirando de la mitología griega, el castigo frente a la hibris era la devolución del individuo al interior de los límites que cruzó, lo cual no es una suerte de Ley del Talión, pero sí un aviso de la tendencia a no parar por parte de este tipo de personalidades toda vez traspasan unos límites aceptables que, nos guste o no, tarde o temprano habrá que detener; algo que, probablemente, es más factible desde sus alrededores.

 

 

 

 

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